Como os conté en la última receta, tenía un exceso de calabaza en la nevera. Utilicé la mayor parte para el bizcocho y la restante la guardé para hacer estas chips que han quedado de lo mas sabrosas y crujientes.
Por ser la primera vez en hacerlas, me han quedado al punto(ni insípidas ni saladas, ni quemadas ni crudas!).
Con solo el olor que ha quedado en la casa, no ha hecho falta probarlas para decir que sabían de muerte. Mi madre por eso, ha sido quien ha tenido el placer de degustarlas por parte doble. Le han encantado, así que ya podéis imaginaros que más bien han durado poco en la mesa.
INGREDIENTES
- 1/2 Calabaza
- Sal
- Pimienta
- Aceite
Como es tan tan sencillo de realizar, la mejor manera de explicarlo es que lo veáis con vuestros propios ojos! Solo hay que tener ojo en que no se os quemen, aunque confío en vosotros y no se os van a quemar.
Quitamos las semillas de la calabaza.
Seguidamente, le sacamos la piel a la calabaza.
Ir con cuidado. La piel es muy dura y puede que cueste si no estáis acostumbrados a cortar.
Cortamos la calabaza en láminas.
Haced las laminas lo mas finas que podáis, tardarán menos en cocer y el resultado será mas satisfactorio.
Extendemos las láminas en una bandeja de horno que previamente hemos untado con un poco de aceite. Echamos una pizca de sal y de pimienta por encima. (Cada uno que eche la sal al gusto).
Horno a 170º y cocemos durante 30 minutos hasta ver que estén las chips doradas.
Dejad las chips encima de un papel de cocina para que absorba el aceite restante y dejamos enfriar.
Ya tenemos las chips listas para comer! Podréis resistiros? Una vez coméis una, no podréis parar.
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